Corrientes Escénicas y Libertad Creadora en República Dominicana.

Manuel Chapuseaux

El teatro dominicano no tiene historia. Sí, ya sé que están el areíto, Cristobal de Llerena, los trinitarios y algún que otro incidente escénico de interés, pero ninguno de esos acontecimientos supuso algún tipo de continuidad, efecto o consecuencia perdurable en nuestro desarrollo dramático posterior. La importancia de estas realizaciones es arqueológica, política o simplemente anecdótica, no específicamente teatral.

En realidad el teatro dominicano tal como lo conocemos no tiene sesenta años de edad. Nació con la fundación en 1946 del Teatro Escuela de Arte Nacional, más tarde Teatro de Bellas Artes, por parte del director español Emilio Aparicio. Así que para los que gustan de buscarle paternidad a las cosas, ahí tienen al padre de nuestro teatro moderno. Sobre la madre mejor no hablemos, porque tendríamos que poner en el pedestal a doña María Martínez de Trujillo. Sí, esa misma, la consorte del Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva. Fue a raíz del estreno de su obra (?) “Falsa Amistad” que el Jefe se decidió a fundar el mentado Teatro Escuela. Y por si fuera poco, el más importante grupo que se creó como alternativa independiente a aquél y que tenía como objetivo llevar a escena a los autores contemporáneos con técnicas modernas de montaje, se llamó Cuadro Experimental María Martínez.

(texto completo en la página Roberturena)

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