Ejercicio de Texto Creativo: 2004
Cuando nos encontramos por primera vez, teníamos la certeza de que nos conocíamos de algún lugar ¿Lo recuerdas?
Nuestras historias nos fueron arrastrando de un lado al otro, y antes de darnos cuenta, esa percepción perdió su valor en el horizonte de la amistad que entre poemas se disponía a construirse.
Tengo la esperanza en que encontrarás la mejor forma de distribuir tu tiempo entre ocupaciones que te apasionan. Ocupaciones que ofrecerán sus frutos en un futuro próximo.
Tus estudios de Universidad son importantes. Pero lo es también, esto que hoy compartimos. Deseo designar al olvido las malas experiencias; hemos discutido mucho, hay cosas que no percibimos de la misma forma, entre nosotros no existe una diferencia abismal, sin embargo existen diferencias. La única razón por la que menciono todo esto, es para llegar al lugar común: el cariño que siento por ti y lo indispensable que eres en mi vida. Actualmente no conllevamos con la frecuencia que yo desearía, tiempo de calidad, sé que me acusarías sin dudarlo.
Yo no intento aquí, expresar un adiós febril/cursi. Tocas partes muy sensibles de mi ser al comunicarme esta mala disposición de la vida. Esto es, más bien, una petición abierta y sincera. Quiero solicitarte encarecidamente que busques la mejor forma (repito) de que podamos terminar los estudios que tanto tiempo y empeño nos han costado. Que compartas cada uno de los inconsecuentes días que el horario mal dispuesto de la academia nos consiente. Que me permitas, una vez más, discutir sobre la posibilidad de la extinción humana a causa de que el sol no salga más.
Si el sol nos roba días de su luz, no solamente nos cubriría una oscuridad tétrica. Sino que el frío, cruel, terminaría con la vida.
Si tú, mi sol, me robas días de tu luz, no solamente me cubriría una oscuridad lúgubre. Sino que el frío, impasible terminaría con el dialogo constante que llevo dentro de mi.
“Cada lunes, llegaría muerta, una nueva semana”
Por los jardines de la indiferencia y falta de sentido común rubricamos nuestra historia. Esta que hoy me roba la tranquilidad, que me obliga a evitar ferozmente una decepción. Yo no quiero que me prives de discusiones infantiles y sin sentido. De un abrazo, cuando lo necesite. Quiero oír tus historias sobre las sombras que habitan pasillos.
Siempre he tenido el insensible discurso de que nadie es imprescindible. Sería un error imperdonable decir esto en nuestro caso. Yo no deseo que nos expongas a tu ausencia, además de que no tienes derecho alguno para hacerlo.
Sería la mayor de la injusticia de la vida, que personas que merecen estar no estén; mientras otro(s) que no lucharon nunca por su lugar ocupen de una manera irresponsable el lugar de los justos. Esta es una declaración completamente positivista: deseo que esta misiva pierda totalmente su validez. Que no sea necesario discutir sobre el tema; porque buscarás la forma de compartir conmigo jornadas de cansancio y esfuerzo constante.
Nunca he sido muy claro al expresar lo que siento.
Esto es sólo un intento.
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